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Pioneras del cine: directoras (cortos)

El mito del genio se sustenta en una serie de valores o paradigmas que se han reproducido desde la edad moderna, tomando mayor relevancia para el romanticismo. Se asocia a la potencia creativa, a la lectura del esperma como fuerza activa que puede ser sublimada a partir de la entrada en el mundo de la cultura (el mundo del hombre, ya que la naturaleza se asocia con el mundo de la mujer: el hombre pone la semilla y la mujer da a luz). En pleno romanticismo, la asociación era que la mujer no puede sublimar esta potencia al no tener un instinto sexual activo o, de tenerlo, ni tener la voluntad para resistirse a él. O sea, al no poder «crear» sino «concebir», la mujer no puede reproducir el genio.

Lo que surge es la apelación a una «incapacidad» por parte de las mujeres a realizar ciertas labores debido a limitaciones en su biología. Pero, se ignora que los valores que se atribuyen como masculinos no siempre lo fueron sino que, en ese mismo periodo, se invirtieron: lo excéntrico pasa a ser masculino, y la contención, femenina, por ejemplo.

El efecto que estos valores ocasionan es el de una exclusión sistemática hacia los lugares asociados con la creación cultural, o lo que llamamos «techo de cristal», que da referencia al cómo, de forma soterrada, la cultura plantea unos límites en torno a las aspiraciones en carrera por parte de mujeres, aun cuando se le abra la posibilidad de estudiar lo que ellas deseen, pero sin que existan

las condiciones para el desarrollo de las mismas.

Cuando el cine se complejiza a partir de la consolidación como una industria, ordenándose a partir del sistema de grandes estudios –para el caso de Hollywood-, no solo se estandarizan las producciones, limitando el espectro mismo y la forma de tratar los materiales resultantes, permitiéndose que los criterios de evaluación estética se establezcan por parte de la industria, sino que también se despliega toda una jerarquía de ocupaciones –lo que da lugar a posiciones de prestigio-. Los lugares de asistencia o de apoyo pueden ser ocupados por mujeres, cuyas capacidades se relacionan al mundo del artesano, de la reproducción mecánica y la finura o sensibilidad.

“La Fée aux chou “ (1986), Alice Guy Blaché

“Come back to Erin” (1914), Sidney Olcott, guión Gene Gauntier.

“The Blot” (1921), Lois Weber

“La souriante Madame Beudet” (1923), Germaine Dulac

“The Wild Party” (1929), Dorothy Arzner

“Nathalie Granger” (1972), Marguerite Duras


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